Pensando en tirar la toalla, decidí dejarla secar al sol.
Las cosas se sanan con la luz, no tapando, y mucho menos abandonando.
Tan valioso es lo que tengo adentro, como lo que muestro afuera.
El sol revitaliza. En cambio, en la humedad y la sombra, se crean inquilinos que no me corresponden.
Afortunado aquél que aún puede cambiar. Aquel que no se avergüenza de sus errores, sino que con dignidad, los pone a secar en el balcón de la confianza.
(Autor desconocido).
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