No me hables de tus creencias religiosas, sino, quiero ver cómo tratas a tu pareja, a tus hijos, a tus padres, a los animales, a tu preciado cuerpo.
No me des sermones sobre la virtud o el pecado, o cómo cambiar la vida en un solo día. Más bien, muéstrame lo bien que escuchas, cómo te abres a la información que no se ajusta a tu filosofía personal o tus creencias religiosas.
Quiero ver cómo tratas a quienes no están de acuerdo contigo.
No me digas lo despierto que estás, lo libre que te sientes del ego.
Quiero conocerte por debajo de tus palabras.
Quiero saber cómo eres, cuando te encuentras en problemas.
Si puedes admitir tu dolor plenamente, sin pretender ser invulnerable.
Si puedes sentir tu ira, sin dar paso a la violencia.
Si puedes permitir la entrada a tu dolor, sin volverte su esclavo.
Si puedes sentir tu vergüenza, sin humillar a los demás.
Si puedes arruinarlo todo, y admitirlo.
Si puedes decir "lo siento" sinceramente.
Si puedes ser plenamente humano, en tu divinidad.
Así que por favor, no me hables de Dios, sino que con tus actos, "Muéstrame a Dios en ti".
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