Esta es la historia de la vida del hombre más feo del mundo. Era tan feo, que cuando nací, el doctor me dio la cachetada en la cara. Cuando nací no lloré yo, sino que quien lloró fue el doctor. Después de preguntar que dónde estaba la cámara oculta, el médico me tiró hacia arriba: si es que volaba... era murciélago.
Mi madre nunca me dio el pecho, porque decía que sólo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda. Yo era tan feo, que cuando era chico, me acariciaban con una rama. Y aprendí a caminar a los dos meses de vida, porque nadie quería tenerme en brazos.
Yo siempre fui muy peludo. A mi madre le preguntaban: "señora, ¿a su hijo usted lo parió o lo tejió? Siempre me extrañé de los canguros, que mis padres contrataban para cuidarme.
Mi padre llevaba en su billetera la foto del niño que venía cuando la compró. Y pronto me di cuenta que mis padres me odiaban, pues mis juguetes para la bañera eran: una radio y un tostador eléctrico.
Un día quedé atrapado en un árbol y los vecinos, a pedradas, recibieron a los agentes que vinieron a ayudarme a bajar.
Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello, para que el perro jugara conmigo.
Una vez me perdí. Le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contesto: "no lo sé, pues hay un montón de lugares donde se pudieron haber escondido".
Cuando fui al zoológico, los monos me tiraban cacahuetes.
Mi padre me llevé un día a la playa. Me dijo: “haz un castillo de arena que en seguida regreso”. Me dio tanto tiempo que pude construir todo un edificio de muchos pisos.
Soy tan feo, que Freddy Krueger es el que tiene pesadillas conmigo. Era tan feo, que cuando jugaba al escondite, nadie me buscaba.
Un día salí de camping y en la noche los lobos hicieron fogatas, para que no me acercara a ellos.
Recuerdo que un día tiré un boomerang, y éste no regresó nunca más.
Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres, para pedir recompensa. Mi madre les contestó que quería más pruebas.
Soy tan feo, que envié una foto por Internet y la detectó el antivirus como un troyano.
Como no me dejan poner una foto mía, entonces les enseño la de mi perro.
Un día llamó una chica a mi hogar diciéndome: "ven a mi casa que no hay nadie". Cuando llegué era cierto, no había nadie.
Un día fui al psiquiatra, quien me dijo que yo estaba loco. Le dije que quería escuchar una segunda opinión. "De acuerdo, además de loco es Usted muy feo", me dijo.
Un día vino a verme mi sobrino de dos años. Su madre le dijo que me diera un beso, pero el niño prefirió darse la vuelta y besar un cerdo que estaba cerca.
Los animales del bosque se organizaron para que yo no pudiera entrar nunca. Aún así, un día fui de caza con unos compañeros de trabajo. No conseguimos matar nada, pues los galgos solo me corrían a mí.
Cuando me iba a suicidar, tirándome desde la terraza de un edificio de cincuenta pisos, mandaron a un Cura a darme unas palabras de aliento. Sólo me dijo: “A la una, a las dos y a las...”.
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