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preguntado por Semipesado (388k puntos) en Amor

Cada amanecer, cuando el sol apenas empezaba a teñir el cielo con matices dorados, un anciano llamado Emilio aparecía en el parque central de la ciudad.

Llevaba consigo un libro de bocetos gastados, una paleta de colores brillantes y un lienzo en blanco. Elegía meticulosamente un rincón específico del parque, alejado de los juegos y las bancas concurridas, y se sumía en su arte.

Para los transeúntes regulares, Emilio se había convertido en una constante, casi un monumento del parque.

Observaban, con curiosidad, cómo sus pinceles danzaban sobre el lienzo, creando paisajes que no coincidían con el parque que conocían. No había árboles frondosos, ni estanques con patos, ni niños jugando en columpios. En su lugar, aparecían campos llenos de flores silvestres, viejos carruseles y tiendas de campaña, que hacían alusión a ferias antiguas.

Un día, Clara, una joven artista local que había observado a Emilio durante semanas, se acercó y, con timidez, preguntó: ¿Por qué pintas paisajes que no coinciden con este lugar?

Emilio levantó la mirada, sus ojos reflejaban un brillo nostálgico y una sonrisa suave se formó en su rostro. "Estos no son solo paisajes", comenzó. "Son recuerdos, instantes congelados de una época que ya no existe, al menos no aquí, en este parque".

Emilio le mostró su libro de bocetos, que en realidad era un álbum de fotos antiguo. Allí, entre sus páginas, estaba la historia de un joven que solía pasear por ese parque, cuando era un recinto ferial.

Los carruseles, las tiendas y las flores silvestres que Emilio pintaba, estaban en esas fotos, junto con imágenes de un joven Emilio, con una mujer de pelo largo y ojos brillantes.

Esta es Elena, dijo Emilio con voz temblorosa. Nos conocimos aquí, en este parque, cuando aún era una feria. Cada paisaje que pinto es un día que pasé con ella. Desde nuestro primer encuentro cerca del carrusel, hasta la tarde que le propuso matrimonio, bajo aquel árbol que solía estar allí, señaló un espacio vacío donde ahora se alzaban columpios modernos.

Clara, conmovida, se sentó junto a él. Emilio continuó: Pinto para recordar, para revivir cada momento que pasamos juntos.  Y aunque el parque ha cambiado, mi amor por Elena y los recuerdos que creamos aquí nunca lo harán.

Desde ese día, Clara comenzó a acompañar a Emilio, escuchando sus historias y aprendiendo de su técnica.

La historia del pintor del parque se difundió, y pronto, mucha gente venía no solo a ver sus pinturas, sino a escuchar los recuerdos, detrás de cada trazo.

Ahora, en el centro del parque, hay una banca en memoria de Emilio, con una placa que dice: "Al pintor del parque, que nos enseñó que la belleza no solo está en lo que vemos, sino en los recuerdos que guardamos".

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2 Respuestas

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respondido por Supermediano (287k puntos)
seleccionada por
 
Mejor respuesta
Wow! Estupenda histori nos has contado amigo!!!!! Me fascino mucho!

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comentado por Semipesado (388k puntos)
Es que no hay nada más lindo que poder pintar los recuerdos
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respondido por Wélter (99.4k puntos)
Buena historia!!!! Me gustó
comentado por Semipesado (388k puntos)
Sí, ¿verdad que tiene su toque? Gracias Kronk






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