Sí, pero en aquellas que se les ve algo más, que la humanidad. En aquellas que a veces la gente confunde con ángeles u otras entidades divinas.
Hablo de aquellas personas que existen en nuestras vidas, que engrandecen nuestro espacio con pequeñas alegrías.
De aquellas que miran a los ojos, porque son verdaderas, que hacen elogios, que agradecen y piden disculpas, con la misma simplicidad que un niño.
Personas que no necesitan hacer trampas, para conseguir lo que buscan, porque sus deseos se muestran en sus acciones y reacciones, no en sus caprichos.
Personas que hacen el bien y te protegen del mal con una sonrisa, una palabra, un beso, un abrazo, una oración.
Personas que van por la vida sin miedo a la oscuridad, que caminan firmes y levantan la cabeza en momentos de completa desesperanza.
Personas que se equivocan más veces de las que aciertan, que aprenden más de lo que enseñan y viven más de lo que sueñan.
Personas que cuidan de su cuerpo, porque les acompañará hasta el final. Que no distinguen entre ricos o pobres, gordos o flacos, negros o blancos.
Personas, simplemente personas, que no siempre están seguros de todo, pero siempre cumplen. Transparentes, amigas, espontáneas, a veces ingenuas.
Prefiero creer en relaciones basadas en la confianza, la serenidad, la humildad y la sinceridad. Prefiero creer en aquellos encuentros, que nos transmiten paz y tranquilidad. Prefiero creer en hombres y mujeres que reverencian la vida, con la misma intensidad que un gran amor. Que pasan por la Tierra y dejan su huella, su recuerdo.
Hombres y mujeres que habitan el perfecto universo y el orden de la existencia. Hombres y mujeres de alma limpia y puros de corazón.
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