Una puerta se ha cerrado, pero la curiosidad es demasiado fuerte para negarse a ella.
Jonathan y Leo quieren saber qué hay detrás de ella. Se convirtió en una necesidad, el entrar en esa habitación abandonada. ¿Quién es esa niña en realidad? ¿Qué hace ese perro con ella? ¿Esto es real? Preguntas que Leo y Jonathan no dejaban de hacerse.
Leo: veamos que hay en esa habitación. No puedo quedarme con la curiosidad.
Jonathan: quizás podamos ayudar a la niña y a su perro... O también puede que sea una broma...
Leo: sea lo que sea, entremos y no nos quedemos con la duda.
El par de jóvenes no resistieron más. Abrieron la puerta y entraron, cerrándose violentamente la puerta, detrás de ellos.
Para su sorpresa, en esa habitación se encontraron con la nada, con el silencio absoluto, con la oscuridad más espesa.
Jonathan, quien estaba preparado sacó una mechera (encendedor) para alumbrar el lugar, pero cada vez que encendía la mechera, alguien la apagaba.
En su último intento por encender la mechera se le apareció la niña y le dijo: no tan de prisa, ya viene. Y se la apagó nuevamente. Segundos más tardes la luna llenó de claridad la habitación, permitiéndoles a Leo y Jonathan ver las almas que se encontraban condenadas en ese lugar.
Sus ojos pudieron apreciar a niños, niñas, adultos, ancianos. Había muchos condenados en aquel lugar.
La niña, con su más tierna mirada le sonrió a los jóvenes y les dijo: todas estas personas que pueden ver aquí, al igual que Ustedes, decidieron un día conocer la verdad de este antiguo edificio, pero desde antes de mi desaparición, muchas cosas venían pasando.
Leo: ¿Pero quién eres? ¿Quién hizo esto?
La niña: mi bisabuelo. Mi bisabuelo es el responsable. Él hizo un pacto, para que este fuera el más cotizado edificio de su época y lo fue.
Leo: eso no me dice nada, niña. ¿Quién es el responsable de que estas almas estén cautivas aquí?
La niña: mi bisabuelo le heredó este edificio a mi abuelo y mi abuelo junto con mi papá lo dejaron decaer. Porque el pacto que hizo mi abuelo, demandaba que se le entregaran un par de almas al año "al señor de la oscuridad", pero papá y mi abuelo se negaron. Desde entonces "el señor de la oscuridad" se encarga de recolectar esas almas, mientras este edificio esté en pie. Y esta vez los recolectados son ustedes.
Al terminar sus palabras un hombre, con aspecto diabólico, salió violentamente de entre la oscuridad, señalando a los jóvenes.
Después de esto, Jonathan y Leo corrieron de la habitación, asustados y en uno de los pasillos se separaron y se perdieron.
Jonathan entró en una habitación, en donde se encontró con la mujer más hermosa, la mujer de sus sueños. Esta chica perfecta lo sedujo, lo encantó con su belleza y lo atrajo hacia ella. El joven, hipnotizado por su belleza, caminó en su dirección, sin darse cuenta que lo esperaba un enorme agujero en el piso, que lo llevó directo al precipicio y murió.
Por otro lado, Leo corría y corría por un pasillo sin fin. Al sentirse cansado, se detuvo un momento para tomar un aliento. Al levantar su mirada se encontró con un vaso de agua limpia, sobre una silla. El agua brillaba como si estuviera encantada y el deseo por ella era incontrolable para Leo. El joven con una mirada perdida y una cara exhausta, tomó el vaso en sus manos y tomó del agua. Cuando el líquido se deslizó por su garganta se dio cuenta que había tomado una lata repleta de ácido, pero ya era demasiado tarde. El joven murió minutos después de agonizar.
Ahora en el antiguo edificio, hay dos nuevas almas condenadas a la oscuridad, por causa de un antiguo pacto con el mal.
¿Y el perro? Bueno, el doberman es el guardián de estas almas y recolector de ellas.
(Autor Jose Peiter).
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