Había una vez tres hermanos. El mayor y el segundo eran muy listos, todo lo contrario del hermano más pequeño, que era algo despistado.
Tenían un pollo, pero, siempre que hablaban de matar al pollo, decían que no le iban a dar ningún pedazo al hermano pequeño, por despistado.
Llegó el día que mataron al pollo y los dos hermanos mayores idearon un plan, para no darle nada al despistado.
Lo prepararon y lo dejaron listo para meterlo al horno y llamaron al despistado. Ya reunidos los tres, le dijeron que el pollo se lo comería el que tuviese un sueño bonito.
Bueno, dijo el hermano despistado. Metieron el pollo dentro del horno y se fueron a dormir.
Pasó un buen rato y cuando los dos hermanos ya estaban bien dormidos, el despistado se levantó y fue a la cocina y se comió el pollo. Terminó y se fue a dormir.
Al día siguiente se levantaron y el mayor dijo: Vamos a hablar del sueño que tuvimos anoche. Yo soñé que fui a la gloria y vi al Señor.
Sí, dijo el otro hermano. Yo vi cuando te ibas volando, me agarré de la manga de tu camisa y nos fuimos los dos.
Sí, contestó el despistado. Yo vi cuando se iban, y como pensé que ya no iban a regresar, fui a la cocina y me comí el pollo. Sólo quedaron dos huesitos para que los saboreen. Jajajajajajajajá.
(Tomado de la Red).
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