Tras muchos días de búsqueda, escuché las palabras que nunca había deseado oír: "Lo siento, Leo, pero debemos suspender la búsqueda de tu hermana", dijo el policía que coordinaba el dispositivo, Y sentí como si el mundo se derrumbara a mi alrededor. Mónica había desaparecido sin dejar rastro y las esperanzas de encontrarla se desvanecían con cada día que pasaba.
Nuria, su mejor amiga, y David, su novio, estaban tan devastados como yo. Los tres sabíamos que si hubiéramos desaparecido cualquiera de nosotros tres, ella nunca hubiera abandonado así que nosotros tampoco podíamos rendirnos.
"Tenemos que hacer algo, Leo", dijo Nuria con la voz temblorosa mientras observábamos el bosque que se extendía frente a nosotros. Era un lugar que creíamos conocer después de haber crecido a su lado, pero ahora, solo sentía un escalofrío recorriendo mi espalda, al pensar en lo que podría haberle sucedido a Mónica, entre esos árboles.
David asintió en silencio, compartiendo nuestra determinación. "Tal vez podamos buscar por nuestra cuenta", sugirió. "Revisar los alrededores, explorar lugares que la policía podría haber pasado por alto."
Asentí, sintiendo que al menos estábamos haciendo algo para encontrar a Mónica. Esa tarde, con mochilas llenas de provisiones y linternas en mano, nos aventuramos al bosque, en busca de pistas que pudieran llevarnos a ella. Las nubes comenzaban a oscurecer el cielo y el viento soplaba con inquietante insistencia, como si el mismo bosque intentara advertirnos que no debíamos adentrarnos más.
A medida que avanzábamos, la tormenta se desató con furia. La lluvia caía en ráfagas y los truenos resonaban en el aire. Buscamos refugio en una pequeña cueva cerca del río, que habíamos explorado en ocasiones anteriores. Parecía el lugar perfecto para esperar a que la tormenta amainara. Pero lo que no sabíamos era que ese refugio se convertiría en nuestra peor pesadilla.
La lluvia torrencial hizo subir rápidamente el nivel del agua, que comenzó a inundar la entrada de la cueva, dejándonos atrapados en su interior. El agua subía rápidamente, obligándonos a retroceder hacia las profundidades de la caverna. David intentó tranquilizarnos, pero todos podíamos sentir el creciente pánico en el aire.
Fue entonces cuando se oyó el primer grito. Un grito agónico y desesperado que parecía perderse en el rugido de la tormenta. Miramos a nuestro alrededor en busca de la fuente del sonido y vimos a David forcejeando en el agua, luchando contra algo que lo arrastraba hacia la oscuridad. "¡David!" grité, corriendo hacia él junto a Nuria. Juntos intentamos aferrarnos a él, luchando contra la fuerza invisible que lo arrastraba. Pero nuestros esfuerzos fueron en vano. David desapareció bajo el agua con un último grito ahogado.
Nos quedamos temblando en medio de la cueva, sin saber qué hacer. Y entonces, la cosa sin nombre regresó. En la penumbra solo pude ver cómo una sombra oscura emergió del agua y envolvió a Nuria en sus garras implacables. Grité su nombre una y otra vez mientras intentaba liberarla, pero otra vez todo fue en vano; lo último que pude ver de Nuria antes de que el agua también la engullera fue una expresión de horror en sus ojos azules.
Lo que pasó por mi mente, era lo terrible que era la sensación de saber que yo iba a ser el siguiente... Y entonces, un espectro emergió de la pared de la cueva. Era Mónica, mi hermana. Pero su aspecto era distorsionado y sus cabellos flotaban a su alrededor, como si estuviese en el agua, mientras que en su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y angustia. Me miró con ojos vacíos y dijo una sola palabra: "Leo". "¿Mónica?" tartamudeé, sin poder creer lo que veía. "¿Dónde estás? ¿Qué está pasando?"
Ella respondió con urgencia, "¡Leo, nada!", dijo su espectro. "¡Aprovecha que está comiendo!" Luego extendió una mano hacia mí y señaló el agua que continuaba subiendo. Entendí su mensaje. Si quería sobrevivir, tenía que sumergirme en la oscuridad y nadar mientras la criatura estaba ocupada.
Tragué saliva, mirando hacia el agua que se agitaba con ferocidad. Sabía que no tenía otra opción. Cerré los ojos, pensando en Mónica, en Nuria y en David. Luego me lancé al agua helada y comencé a nadar a ciegas. Mis pulmones ardían, mientras luchaba contra la corriente. La oscuridad era abrumadora y sentía como si algo me siguiera, acechando en la negrura. Finalmente, cuando creía que no podía más, emergí a la superficie y respiré profundamente, inhalando el aire fresco con gratitud.
La corriente me arrastró lejos de la cueva, pero seguí nadando con todas mis fuerzas. No sabía hacia dónde me dirigía, pero estaba decidido a sobrevivir. Los minutos me parecieron horas hasta que finalmente llegué a la orilla, exhausto y tembloroso.
Lo que acabáis de leer, es la versión oficial que le conté a los agentes, cuando llegué al pueblo, aunque estoy seguro de que no me creyeron. Tampoco pensaban que mentía, simplemente dedujeron que mi mente había creado esa historia para protegerme de la verdad, fuese cual fuese.
¿QUERÉIS SABER LO QUE PASÓ REALMENTE? En realidad, todo fue más o menos igual hasta que nos refugiamos en la cueva y el agua empezó a subir. Pero aunque no apareció ningún monstruo, sí que apareció el fantasma de mi hermana para advertirme: "Nuria y David me mataron, para saber qué se sentía cuando se le quitaba la vida a alguien... Y parece que les ha gustado, porque ahora quieren hacértelo a ti..." Así que no tuve más remedio que golpearlos salvajemente por la espalda y tirarlos al río, para que murieran ahogados.
Estaba bastante cómodo con lo que había hecho hasta esta mañana, cuando mi hermana apareció sana y salva en nuestra puerta, diciendo que se había arrepentido de fugarse de casa, sin habérselo dicho a nadie...
(Autora: Diana Writers. Todos los derechos reservados).
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