Entre los marineros de algunas ciudades costeras, corre una leyenda que ha helado la sangre de los más valientes. Dicen que en las noches oscuras, cuando el viento aúlla, un espectro atormentado llamado Roque "Bocanegra" deambula por las zonas cercanas al puerto, buscando saciar su sed de venganza.
Roque era un hombre con discapacidad intelectual que había convertido las tabernas del puerto en su segundo hogar. Siempre rondaba por allí, pidiendo a los parroquianos un trago de licor, aunque rara vez tenía monedas para pagar. Su presencia era tolerada por la mayoría de los marineros, quienes, cuando estaban borrachos, solían burlarse de él.
Las bromas solían ser bastante leves, hasta que un día, un grupo de marineros que habían perdido demasiado dinero, jugando a las cartas, decidió hacerle una cruel jugarreta, para que no solo ellos sufrieran aquella noche.
Los marineros convencieron a Roque de que les acompañara a probar una bebida especial que habían preparado. Le entregaron un vaso lleno de un líquido incoloro, que en realidad, era gasolina. Rieron a carcajadas mientras Roque, en su ingenuidad, ingirió el veneno y posteriormente vomitó por toda la calle.
Un desafortunado giro del destino, hizo que los vapores de la gasolina, se incendiaran con el cigarro que estaba fumando uno de los hombres, convirtiendo la boca de Roque en un infierno en llamas. El pobre hombre murió en el acto, con su rostro consumido por las llamas y su boca completamente negra, como el carbón. Los marineros asustados arrojaron el cuerpo del infortunado al mar y se marcharon sin mirar atrás.
Días después, todos los involucrados, salvo uno, en tan macabro acto, fueron encontrados muertos y con la boca completamente calcinada.
Desde entonces, muchos afirman que Roque "Bocanegra" vaga por los alrededores de los puertos, con su boca calcinada y abierta, buscando al último de los marineros que causó su muerte. Lamentablemente, al no encontrarlo, su cólera se desata contra todo aquel que, estando ebrio, se cruce en su camino y, con un aliento infernal, quema su boca, de manera inmisericorde, dejando marcas que recuerdan la noche maldita en que él mismo sufrió su tormento.
Recordad esta leyenda y si alguna vez, cerca de un puerto, veis a un hombre tambaleante, que se acerca a vosotros con la boca abierta, huid sin mirar atrás. FIN.
(Laberinto de Historias - Autora: Diana Writers).
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