La mujer es el ser más maravilloso, el regalo más grandioso, que Dios le pudo dar al hombre.
No hay hombre que no se asombre, ni que jamás pierda la cabeza, al descubrir la singular belleza de la mujer, en su máxima expresión.
Cuando entrega el corazón, el cuerpo, su alma, y todo su ser, navegar en su cuerpo es el placer más divino que hay en este mundo.
Perderla, es el dolor más profundo, porque cada una es única, sensible, dulce, interesante, e irrepetible.
Sus facciones muestran un destello, de luz, y no se copia el sello, que cada una imprime en el alma de un hombre, destinado a perder la calma, cuando por su locura, de a todas querer, a una, a la más importante, llega a perder.
(Raúl Navarro).
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