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preguntado por Semipesado (388k puntos) en Misterios

La puerta de la casa se abre y Carlos entra con Verónica. Bienvenida a mi casa, le dice él. Verónica, con sus gruesos anteojos y rizos en el cabello, mira a su alrededor, admirando el lugar. Qué lugar tan acogedor, dice ella. Camina con él hasta el sofá y se sienta. Carlos pregunta: ¿Quieres algo? Ella responde: Solo un vaso de agua, por favor. Él dice: Claro, lo traeré. Siéntate, vuelvo enseguida.

Carlos sale caminando, sintiéndose confiado, hasta llegar a la cocina. Mientras llena el vaso de agua, piensa para sí mismo: He logrado traer otra chica para ti papá. Sus pensamientos se tornan más sombríos, mientras continúa: Desafortunadamente, mi padre tiene unos hábitos extraños. Espero que también le guste esta. Regresa a la sala con el vaso de agua y se lo entrega a Verónica, quien le agradece.

Entonces, ¿qué te gusta hacer para divertirte?, pregunta Carlos. Bueno, actualmente me gusta leer libros, responde ella tímidamente. Mientras habla, escuchan un sonido de serpiente moviéndose. El sonido parece venir del sótano, junto con un sonido de cascabel. Al principio, el sonido es bajo, pero comienza a aumentar a medida que la conversación continúa.

¿En serio? ¿Qué tipo de género literario te gusta?, pregunta Carlos. Pues, ciencia ficción, terror, romance, responde Verónica. Qué bien, eres bastante ecléctica, dice Carlos, con una sonrisa algo maliciosa.

De repente, escuchan un sonido de algo golpeando la puerta del sótano. ¿Qué fue eso?, pregunta Verónica, preocupada. El sudor comienza a correr por su rostro. Carlos esboza una siniestra sonrisa y explica: No es nada, es solo mi padre. ¿Tu padre vive en el sótano?, pregunta ella intrigada. Sí, porque no cabe en el cuarto, responde Carlos.

¿Cómo así? ¿Es obeso?, pregunta Verónica. No exactamente, es otra cosa. Una enfermedad que tiene, o más bien, una maldición. Cuando mi abuela, su madre, estaba embarazada, fue a bañarse en un lago prohibido, conocido como nido de serpientes, y entonces él quedó con una maldición, explica Carlos.

En ese momento, un silencio se apodera del lugar. Carlos esboza una sonrisa macabra, y Verónica, incómoda, se acomoda el cabello detrás de la oreja. ¿Quieres ver a mi padre?, pregunta Carlos. Verónica mira el vaso de agua medio lleno sobre la mesa y dice: Creo que es hora de que me vaya. Carlos insiste: ¿Realmente crees que te dejaré ir así? Vamos a bajar y ver a mi padre, solo tienes que hablar con él un poco.

Verónica, sintiéndose presionada, solo asiente con la cabeza, en señal de acuerdo, pero en su mente dice que no. Entonces, descienden por las oscuras escaleras del sótano. Con cada paso, siente un escalofrío recorrer su espalda. Había algo siniestro allí, con olor a ratas muertas y sangre. Parecía que un monstruo enclaustrado vivía allí.

Cuando Carlos enciende la luz, Verónica da un grito de miedo. El cuerpo del padre de Carlos era escamoso; sus piernas estaban unidas formando una gran cola de serpiente. No tenía cabello ni cejas, y su lengua estaba dividida en dos, saliendo y entrando de su boca, como si estuviera mostrando la lengua de forma ocasional. ¡Papá traigo a esta aquí, para que te la comas!, dijo Carlos.

Verónica, actuando de forma extraña, se acercó al padre de Carlos. Él se apartó y dijo: ¿Idiota, qué has hecho? Carlos, sin entender, preguntó: ¿Qué pasa, papá? ¿Por qué me estás insultando? ¡Como me pediste, traje a otra chica para que te alimentes!

El padre de Carlos, acorralado contra la pared del sótano, tenía miedo. Comenzó a sudar y dijo: ¡Esta mujer es una nahual, no es una mujer normal!

De repente, los brazos de Verónica comenzaron a tener plumas, su boca se deformó, convirtiéndose en el pico de un ave, y pronto se transformó en una gran águila dorada. El águila picoteó el pecho del padre de Carlos, arrancando sangre.

Carlos no soportó ver aquello, subió corriendo las escaleras mientras escuchaba a su padre gritar de dolor. Cuando Carlos cayó al suelo, pensó: ¿Qué he hecho? ¡Traje a un águila para cazar una serpiente! ¡Qué idea más estúpida!

Después de que la violencia terminó, Verónica volvió a transformarse en humana, desnuda y cubierta de sangre. Subió las escaleras, viendo a Carlos caído en el suelo, y dijo: Eres tan insignificante que te perdonaré la vida, pero tú, al igual que tu padre, ¡no valen nada! Soy una cazadora de hombres-serpiente y fingí ser una chica inocente, solo para venir aquí, ¡gracias! Después de eso, voló como una gaviota por la ventana.

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1 Respuesta

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respondido por Wélter (98.9k puntos)
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Que buena historia jajajajaja
comentado por Semipesado (388k puntos)
Gracias Kronk. Que bueno que te gustó







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