Siempre he tenido miedo a los elevadores. Pensar que unos cables mantienen tu seguridad, por Dios, ¡qué miedo! Imagino mil situaciones fatales en aquellos lugares, y por nada del mundo subiré a uno.
Y es real. Cada vez que tenía que subir un edificio, lo hacía por las escaleras. Dirán que estoy loca, pero desde pequeña lo he hecho. Ahora busco trabajo y evito los edificios.
Mi amiga me cita para una entrevista de trabajo. El salario es muy bueno, horarios que todos quieren. ¡Qué más puedo pedir! Pero al ir a la dirección, me dio cuenta que es un edificio enorme. Tiene unos 25 pisos, y para mi mala suerte, tengo que ir hasta el piso 20. Mi amiga me está esperando para subir, y se me ha hecho tarde.
Le digo que yo subo por las escaleras, pero no quiere. Dice que ya no hay tiempo y me obliga a tomar el elevador. Estoy toda nerviosa.
Apenas vamos en el tercer piso, y no puedo dejar de sujetarme del brazo de ella y el barandal del elevador. Empieza a parpadear la luz. ¿Qué sucede? Ella me dice que ese elevador le falla la luz. Tengo miedo, quiero salir de ahí.
El elevador se detiene de repente. ¿Qué sucede? Veo como los botones de cada piso se empiezan a activar, comienza a subir de una forma acelerada, no llegamos a un piso y se detiene y ahora va en bajada muy rápido. ¡Nos vamos a morir!
Comienzo a gritarle a mi amiga. Ella voltea y tiene dibujada una mueca de risa. Me alejo de ella. La luz se apaga, solo siento como el elevador sube y baja sin control. Mi amiga comienza a reír, de una forma desquiciada. Por favor ayúdenme, y comienzo a gritar.
Abro los ojos y están a mi lado los paramédicos. Mi amiga me dice que me desmayé, desde que me subí al elevador. No puedo subir a un elevador, sin que me pase esto.
(Diego Mictlan).
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