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preguntado por Semipesado (388k puntos) en Historia

Había una vez un pequeño duendecillo llamado Fundi. Aunque era pequeño, Fundi tenía un trabajo muy importante, el de cuidar de los gigantescos árboles que habitaban en el vasto bosque. Tenía una apariencia encantadora, con orejas tan largas que casi se confundían con hojas de la hierba, y poseía unos ojos tan misteriosamente encantadores que incluso la luna a veces se sentía tímida para brillar a su lado.

Fundi siempre llevaba un sombrero verde, tan verde como las copas de los árboles que cuidaba y siempre cargaba consigo una mágica lámpara que iluminaba todos los senderos oscuros del bosque que nunca había terminado de explorar en su totalidad.

Vivía alegremente en una casita escondida dentro de un viejo árbol que parecía tan antiguo como el propio bosque. Y cada mañana, al despertarse con los primeros rayos del sol, Fundi se ponía su sombrero verde, tomaba su brillante linterna y comenzaba su día, revisando cada árbol del bosque, hablando con ellos, escuchando sus necesidades y asegurándose de que estuvieran sanos y fuertes.

Fundi amaba su trabajo y lo hacía con gran felicidad en su corazón. Pero había algo más que él amaba aún más: ¡La Navidad! Le encantaban las primeras nevadas, cuando los copos de nieve cubrían las ramas de los árboles y lo convertían todo en un mágico paisaje blanco.

Navidad era una época especial para el pequeño duendecillo. Cuando llegaba, Fundi pasaba horas recolectando las más bonitas bellotas, hojas doradas y pequeñas bayas rojas. Con la ayuda de los pájaros, los colgaba en las ramas del mayor y más hermoso árbol del bosque, su árbol de Navidad.

Esa noche, Fundi invitaba a todas las criaturas del bosque para que ayudaran a encender su árbol. Todos venían, desde el más diminuto ratón hasta el más majestuoso ciervo. Luego, todos juntos, encendían las luces, y el bosque entero se iluminaba con un destello de luz brillante y cálida.

Pero no todo era diversión y juegos para Fundi durante la Navidad. También sabía que el invierno podía ser duro para sus amigos del bosque y trabajaba dos veces más para asegurarse de que todos estuvieran a salvo y cómodos.

Fundi adoraba las Navidades, pero después de la celebración, siempre estaba listo para volver a su trabajo. Cuidar del bosque era su mayor alegría y tenía la determinación y el coraje de un gigante dentro de su pequeño cuerpo de duende.

Y así, año tras año, Fundi dedicaba sus días a cuidar de su amado hogar en el bosque y a todos sus amigos que vivían en él, esperando siempre con alegría y emoción la llegada de la próxima Navidad.

Y si algún día te encuentras en un bosque en la noche de Navidad, busca el árbol más alto y hermoso; tal vez puedas ver una figura pequeña con un sombrero verde y una lámpara brillante, y entonces sabrás que Fundi está allí, trabajando como siempre, feliz y satisfecho en su mundo mágico.

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1 Respuesta

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respondido por Supermediano (287k puntos)
seleccionada por
 
Mejor respuesta

Te leo muy atento amigo Marcelo!!!!!

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comentado por Semipesado (388k puntos)
Me alegro que te guste este tipo de lectura, pero principalmente que te guste leer. A mí también me encanta, y creo que por eso nos hicimos Abogados, porque para serlo, hay que leer mucho, ¿verdad amigo?






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